¿Quién es el Responsable de los ambientes tóxicos en las organizaciones?

Los ambientes tóxicos en las organizaciones no son un tema de moda, siempre han existido, pero hoy día, al igual que con otros temas, las redes sociales hacen eco de una situación que hace algún tiempo pasaba desapercibida.

No existe una sola organización que esté exenta de sufrir esta situación y es que, al igual que cualquier tema vinculado a Recursos Humanos, su origen radica en el comportamiento humano. Somos nosotros, las personas, las que creamos los ambientes de trabajo sean positivos o negativos.

Los ambientes tóxicos son generados por el mismo trabajador.

 Esto ocurre cuando no hay una adecuada adaptación del individuo al ambiente laboral en el que se encuentra, por ejemplo; Una cultura de trabajo en la que los colaboradores se sienten a gusto y son más productivos puede girar en torno a un ambiente en de competitividad, mucha interacción entre departamentos, espacio de trabajos desordenamos y con mucho ruido, sin embargo, una persona que está acostumbrada a ser productiva en ambientes más organizados, con más colaboración que competitividad puede percibir esta cultura como tóxica y no necesariamente serlo. 

¿Esto quiere decir que los ambientes tóxicos solo existen en nuestras mentes?

CLARO QUE NO. De hecho, son la principal razón real de la rotación del personal en las organizaciones. También son la razón principal por la cual las empresas invierten, en muchos casos gastan, tanto dinero en entrenamientos de liderazgo. Las organizaciones han entendido que el origen principal de los ambientes tóxicos es la falta de liderazgo en los puestos de responsabilidad. Son las personas con cargos de responsabilidad, supervisores, jefes, gerentes, incluso gerentes generales con conocimiento de sus actos o no, los que promueven los ambientes tóxicos dentro de una organización.

Lamentablemente, para algunas personas, los cambios no solo en las organizaciones, sino también en todos los aspectos de la vida, implican un cambio de actitud o de su forma de pensar. De no aceptarlo tienden a salir de un sistema, en el caso de las organizaciones, cuando un colaborador no desea cambiar, la empresa, por mucho que emocionalmente aprecie al individuo, debe salir de él. Las empresas que no entiendan que algunas veces tendrán que despedir al individuo que administra un ambiente tóxico dentro de su organización, deberán prepararse entonces para una alta rotación, un esfuerzo económico mayor para alcanzar los objetivos y una mala marca empleadora.

“No todas las personas son para todas las empresas y no todas las empresas son para todas las personas”.

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